Un nouveau travelogue
El nuevo disco de Beirut por fin apareció, cerca de un mes antes de su lanzamiento oficial. Estos últimos días lo he escuchado obsesivamente y estoy convencido que representa un avance monumental para Zach Condon y su banda.
Su debut Gulag Orkestar estaba lleno de momentos mágicos e inundó la música indie con un rocío nostálgico y extranjero. Las canciones evocaban historias de antaño, esos cuentos que hablaban de viajeros italianos, de travesías alpinas, de gitanos y de cosacos (o era yo el único que leía esas cosas de niño?! dammit). La música, sin embargo, terminó por quedarse algo corta, por momentos unidimensional.
Cuando fui a uno de sus concierto en junio, quedé impresionado por lo diferente que sonaba en directo y pensé que ojalá lograra imprimir ese sonido a su próximo material. Pues mi deseo fue concedido. The Flying Club Cup mantiene el estilo de Beirut intacto (sólo con cierta influencia, más cultural que musical, de los clásicos de la música francesa), pero ahora suena como una banda completa. Hay mucho qué explorar aquí: cada canción es un mundo de instrumentos, sonidos, lugares y recuerdos. No sé cómo hace Condon para conjurar tantas imágenes con su música, pero este disco lleva su arte a un momento culminante y triunfal.
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